Había una vez un joven llamado
Ferrán que trabajaba para un importante caballero. El joven era
trabajador, realizaba las tareas con eficacia... Un día, durante una
conversación el caballero descubrió de que Ferrán (el joven) era
aficionado a escribir y que al final del día hacía un comentario.
El caballero le pidió al joven que si le quería dejar leer sus
escritos y desde ese momento el caballero se acostumbró a leer sus
escritos.
Una tarde, el caballero recibió
una visita de un desconocido. Ferrán se quedó como una estatua
junto a la puerta. El desconocido le contó al caballero que quería
formar una empresa, que trataba de: una piedra llamada la piedra
filosofal, que era una sustancia capaz de convertir cualquier metal en
oro. El desconocido consiguió convencer al caballero para que le
diera quinientos ducados para ir a Italia.
El caballero le dio al
desconocido los quinientos ducados. Pasó el tiempo y el caballero le
dijo a su criado que hacía mucho tiempo que no leía ninguno de sus
escritos y el joven le dio la libreta al caballero. El caballero se
dio cuenta de un comentario que decía: "Ayer, mi señor hizo una gran
necedad. Vino a verlo un alquimista y, para mi sorpresa, le entregó
quinientos ducados. Ese hombre es un embaucador..." El caballero le
preguntó al joven que si creía que eso que hizo fue una necedad, y el joven
seguía con su idea de que ese hombre no volvería y que si se
equivocaba, rectificar es de sabios.
Opinión: Me
parece que esta historia ingeniosa está bien, porque mientras engañaban al caballero el
joven se estaba enterando de que todo era mentira.
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