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lunes, 18 de marzo de 2013

Cuento de la igualdad


Hubo una vez en una lujosa casa cerca de un país que estaba en guerra, una chica llamada Iris. Iris tenía veinte años, vivía con su padre (una persona con mucho dinero) llamado Jorge, a Iris no le faltaba nada (estudios,comida...), pero por lástima no tenía madre, ya que murió en la guerra, su madre se llamaba Alicia y era enfermera y curaba a los soldados y víctimas de la guerra y así conoció a su padre (el padre de Iris). El padre de Iris decidió que si su hija quería ser médico, que lo fuera, para la gente importante, pero Iris no quería curar a la gente rica sino irse a curar a las víctimas de la guerra como su madre.

Cuando Iris le contó a su padre que había mandado una solicitud a un gran médico llamado Roberto, que necesitaba un ayudante para ir a la guerra, su padre le contestó esto:

-¿Qué? ¿Cómo?. Esas cosas son para hombres, las mujeres en la guerra no debéis hacer nada, yo te he dado la oportunidad de que seas médico y no has querido así es que te casarás, tendrás hijos y serás una ama de casa, ¿eso es lo que quieres, no?-. Le dijo su padre con furia.

E Iris le contestó:

-Yo creo que las mujeres podemos hacer lo mismo que los hombres incluso más, yo no voy a la guerra a matar si no a curar, me iré dentro de dos días y allí me dirán si valgo o no, simplemente te lo he dicho para informarte ya que me esperaba tu respuesta. Papa te quiero, pero quiero ayudar, y seguir mi sueño y como veo tú no me apoyas, adiós.- le dijo Iris a su padre con firmeza.

Iris se fue a una ciudad que no conocía de nada, la chica iba un poco triste de haber dejado a su querido padre, su vida, sus amigos... Pero sabía que al lado de su padre se tendría que casar (ya que no había aceptado ser médico para las personas importantes) tener una familia y entregarse a su marido... Cuando la muchacha llegó al edificio donde le dirían si podía ser aquella acompañante, se sintió un poco mal ya que allí solo había cinco hombres, ella se había imaginado mujeres y hombres valorando, pero no. Allí en una esquina estaba su contrincante para el puesto de ayudante, un chico alto y muy fuerte.

Cuando Iris llegó, aquellos hombres la miraron horrorizados, y uno con voz de gracioso le dijo:

-Oye niña te has equivocado de lugar aquí soló buscamos a hombres fuertes, no ha niñitas-. Dijo con voz guasona.

-Yo no soy una niñita, y si he venido es porque puedo valer más que un hombre muy fuerte, y creo que tengo derecho a que me pongáis a prueba-. Dijo la chica con voz de luchadora.

Entonces decidieron ponerlos a prueba a los dos (a Iris y al chico). La prueba consistía en llevarlos a un lugar donde había muchos heridos tras una gran pelea. Los cinco hombres apostaron por el chico. El chico ayudó a un hombre y le curó un herida de la mano, a un niño le vendó una pierna y poco más. Pero Iris ayudó a una mujer dar a luz le curó a un señor un pie lleno de cortes y heridas...

Al final un hombre le dijo a los demás:

-El chico es muy fuerte pero carece de corazón, sin embargo a la chica le ha dado igual que fuera un hombre, una mujer, un pie, un parto... Yo creo que la chica vale para esto.-. Dijo el hombre muy decidido.

Todos le dieron la razón. Iris se convirtió en la gran ayudante y de hay en adelante las mujeres fueron teniendo más libertad. Pronto Iris y el doctor Roberto montaron una clínica médica en la que las mujeres trabajaban como médicos y enfermeras... Allí había igualdad. Iris solucionó sus problemas con su padre, y se caso con el doctor pero nunca en ese matrimonio hubo desigualdad.

FIN

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